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Cero

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gbengoa, Mar Dic 05, 2023 7:25 pm

Cero

A veces me canso de hablar de esto, y me quedo callado. No es por maleducado, créanme. No tengo ya ganas de discutir, menos con gente como ustedes, encima en esta nave, tan prolija. Capaz que tienen buena intención, nodigo que sean malas personas, queseyo, es natural ser curiosos, incluso alguno de ustedes debe ser valiente, pero no quiero hablarles de esto. Sigan mirando por la escotilla, vean el espacio, es impresionante. Aprovechen. Miren allá, los continentes y los mares pasan como en un mapa animado. Busquen su ciudad, una mancha brillante comiéndose todo alrededor. A mí ya no me dice mucho, pero aprovechen y miren para afuera, el negro, el brillo de las estrellas, imagínense el frio absoluto y los rayos cósmicos ahí nomas, separado por este cascarón de metal, por unos pocos centímetros de aislación. Miren para afuera y no me pregunten nada.
Pero si me apuran, si en realidad me siguen tirando de la lengua, tengo que contarles, antes de que me sigan insistiendo, antes de que ustedes o yo nos enojemos.No saben lo que es el espacio, realmente. Lo mejor es que les cuente un detalle, sólo un detalle, y verán.Por ejemplo, como se duerme.
Ustedes no saben lo que es dormir en gravedad cero. Si, ya sé que viajan a la Colonia: no es lo mismo. Les hacen creer que son astronautas, seguro que les sacaron el apéndice preventivamente, hasta le dan un certificado de haber pasado la estratósfera, foto a la hora de la partida, toda una parafernalia de papelitos, capaz que hasta un diploma de borde dorado con un número si sos el astronauta número tres mil o algo así. Discúlpenme, pero todo eso me parece lamentable. Sigo con el detalle: dormir en gravedad cero es pasar un día y otro día y otro en la nave y saber que van a ser muchos más días de acostarse y no sentir el peso propio, de que el cansancio en vez de ser una agradable pesadez que la cama contiene, sea un malestar difuso, que flota como todo lo que dejes suelto acá. Eso, es así, el cansancio flota como una bola invisible que va persiguiéndote siempre, cuando pasas del taller a la cabina de mando, del dormitorio a la cocina. Dormir en gravedad cero es desear que no llegue la hora de dormir, a pesar del agotamiento. Es odiar la noche que casi todos amamos en la Tierra. Dormir sin gravedad es que todos los períodos de descanso sean iguales: malos. Por la noche o por la siesta. Dormir en gravedad cero no es dormir. No es ni la parte animal del dormir. No es ni siquiera dormir como duermen un caballo, parado. A veces envidio a los caballos por eso, seguro duermen mejor que yo.
Las nuevas estaciones espaciales giran sobre sí mismas, y dan sensación de gravedad, aunque sea poca. Suerte para los que están ahí, los felicito, que la pasen bien. Que avance. Pero eso no es el espacio, es una boludez de nuevo rico, de estos tecnomillonarios que mejor ni hablar. Sigo. Dormir sin gravedad es dormir atado para no aparecer en la cabina de control, o peor, cerca de la escotilla. No hay que olvidar atarse, con los elásticos que están para eso, negros, correosos, como si uno fuera un loco peligroso, agarrado a la cama. Por momentos creo que uno se va transformando en eso, en un loco peligroso, en un alienado, al dormir así. Tal vez ustedes me estén viendo como eso, ¿no? Lo veo un poco en sus rostros. Muchas veces pienso en el desgraciado de la Agencia Espacial que diseño estas camas, estos arneses, se ve que nunca tuvo que usarlos. Tal vez se creyó que es como diseñar un cinturón de seguridad del auto, track, te soltás de una maniobra. Debe haber hecho unos dibujitos, nomas. Mal tipo. Inepto.
Dormir en gravedad cero es que las sábanas no se deslizan suavemente por la piel a medida que pasa la noche, como en la Tierra. No, nada que ver. Las sábanas se van enrollando a tu alrededor con cada vuelta que das en el insomnio, con cada giro de tu cuerpo pensando en cosas que están, con suerte, a cuatrocientos kilómetros abajo, si es que hay un debajo en este cascajo metálico. En cada órbita, las sábanas te van envolviendo como vendajes de momia y despertás encerrado en vos mismo, casi ahogado. Aunque el sueño haya sido bueno, si te movés, terminas amortajado, hecho un matambre, si preferís la comparación alimenticia a la mortuoria. Olvídense de ese placer de las sábanas estiradas, a veces recién planchadas, un poco más frías que el cuerpo, ese instante de sumergirse en la cama, ese segundo en la Tierra en el cual uno se dispone a dormir y entra a la cama. Olvídense del algodón y el lino. Acá no existe nada de eso, ni frescura ni algodón ni lino, son todas telas sintéticas de nombres de ficción comercial que garantizan en el laboratorio mil propiedades técnicas que no cumplen ni en joda. Hay que bancarlo, eh. Y no te lo avisan en el entrenamiento, bah, te lo dicen, pero no es lo mismo. Tantas cosas dicen que después son distintas. Como la posibilidad de un kamasutra maravilloso de gravedad cero, de fantasías posicionales. No les voy a contar, no es el lugar, pero también olvídense de eso, no es lo que cuentan.
Ahora sigo, déjenme un rato tranquilo. Y no me jodan. Ja!, se creen astronautas porque toman el taxi espacial a la Colonia Lunar. Lo han hecho varios millonarios y ahora lo hacen ustedes. Tal vez ahorraron toda su vida para el viaje, los entiendo, pero lamento decirles que esto no es el espacio autentico. Es sólo un rato en el espacio, se pasa rápido entre aceleración, frenada, aceleración. Son turistas, no son astronautas. Aunque sean científicos. Son turistas científicos. Disfruten, miren por la escotilla, vean esos colores de la curvatura de la Tierra, recortándose contra el fondo de estrellas. Sí, hay que reconocer que es hermoso. Pero son solamente turistas entrenados hasta que no pasan muchas noches durmiendo en gravedad cero. Hasta los que se hacen los heroicos por saber que cuando toman agua se beben su propia orina purificada. Eso no es nada, no se siente, se sabe solamente. Es así, hay que dormir en este vacío ingrávido para ser un verdadero astronauta. Y no una sola noche, no esuna ceremonia de iniciación que la pasas y listo, no es un ritual inventado para cobrarles más. Ni lo deben saber, los que programan los viajes. Es un trabajo,esto. Sin posibilidad de descansar. Un laburo, con la diferencia de que aún los malos trabajos, en la Tierra, tienen hoy día un rato de descanso reparador. En un mal trabajo, siempre te podés escapar a dormir una siesta. Acá no. Acá te vas a descansar y chau, dormís en gravedad cero.Amatambrado, como les dije, me gustó esa comparación, disculpenmé que la repita.
Encima, si no podés conciliar el sueño, si estas cerca de una escotilla, vas a ver que el sol o la luna o la propia inmensa esfera de la Tierra pasa muchas veces por la ventanilla, una y otra vez, de acuerdo a que órbita estés cubriendo. Sin una regla clara. No es como en la Tierra, cuando tenés insomnio, que te fijas a qué hora sale el sol y te quedas contando el tiempo que te falta, mirando los segundos pasar en el reloj digital o sintiendo el tictoc si todavía tenés un reloj mecánico, en la Tierra. Noches que parecen interminables pero que sabés que tiene un fin, cuando sale el sol. Las veces que lo habré hecho, allá abajo. Acá no hay salida de sol que esperar, puede que salga a cada rato por la escotilla o puede que estés en la cara oculta y no lo veas en varios días. Nada es igual, durmiendo en gravedad cero. Dicen que uno no se da cuenta de lo bueno que tiene hasta que lo pierde. Antes pensaba que hablaban del amor, de la salud, de una casa cómoda, cosas así. Pero ahora me doy cuenta que hablaban de la gravedad. No me di cuenta de lo buena que era hasta que la perdí en este trabajo. No me di cuenta lo que se extraña pararse sobre mis pies y sentir el peso propio, caminar y que se sienta el avance, la velocidad, el peso balanceado de todo el cuerpo, de cada parte. Era maravilloso y no me daba cuenta.
Un detalle que me olvidaba: en gravedad cero nadie remolonea. Allá abajo, a casi todos nos gusta despertarnos y remolonear un poco, estirar ese momento del pasaje del sueño a la vida. Acá nadie quiere quedarse, todos se desatan rápido, pasan a trabajar o a cualquier cosa mejor que dormir en gravedad cero. Pero todavía no les conté lo peor.
Como en todos lados, tenemos sueños buenos y malos. Pero si tienen una pesadilla durmiendo sin gravedad, no pueden expulsarla. No es como en la Tierra, pesadilla, grito, despertar, incorporarse de un salto, respirando agitado, levantarse de la cama, tomar un vaso de agua en el baño, mirándose al fondo de los ojos en el espejo para saber si la pesadilla fue lo que pasó recién o si es este momento del espejo, si seguís en otra pesadilla. No. En gravedad cero están atados, no hay salto de la cama posible, ni vaso ni espejo. Hay solamente un sudor frío, apretado contra la piel, sujeto por las correas elásticas que en ese momento parecen cadenas. No podrán lavarse la cara para alejar la pesadilla, no se deslizarán las gotas por la cara, no las verán correr sobre su rostro en el espejo.Consuélense con desatarse, buscar una toallita húmeda con ese perfume barato de los proveedores aeroespaciales y pasarla por el rostro hinchado y agrietado, tratando de olvidar. O de recordar, si la pesadilla era el olvido.
Pero tengo que decirles, en verdad, que los buenos sueños tampoco son mejores: soñarán con ese mismo campo de cuando eran chicos, corriendo entre flores amarillas o celestes, casi de su altura, sentirán el viento en la cara y el olor de la tierra removida en el potrero de al lado. Lindo sueño. Pero despertarán y lo único amarillo será el sol implacable, casi blanco, en el ojo de buey del camarote, y lo único celeste, las luces titilantes del panel de control. Y sin el peso del cuerpo para saber si es un sueño o ya estás despierto. Hasta tu baba puede estar flotando cerca del rostro.
Allá abajo a veces se sueña con volar flotando en el aire, entre el sonido de los pájaros. Muchos sueñan que vuelan, en la Tierra, ingrávidos. Acá, por el contrario, soñarán, desearán,pedirán, imploraránque el cuerpo vuelva a pesar, que los pies de nuevo sienten la tierra abajo, que cada hueso sienta la presión de los huesos que están arriba. Despertarán sin peso, y en vez del canto de los pájaros, el único sonido será la queja intermitente de la válvula de oxígeno, con suerte.
Yo sabía que no tenía que empezar a hablar, después no puedo parar, pero ustedes me preguntaron, les cuento la experiencia. Toda mi experiencia. Por estar acá perdí muchas cosas en la Tierra, y debo decir que mucho no las extraño. Excepto la gravedad. Esa cosa sí que se extraña. Que te tiren un poco para abajo, de los hombros, de las piernas, del pecho. Que te cuelguen los testículos, disculpenmé que les diga. Por eso les conté: así es dormir en gravedad cero. Una porquería.
Dicen en la Tierra, algunos que estuvieron casi muertos y volvieron a la vida, que hay un instante en que sienten perder todo el peso y se elevan, ven su cuerpo desde arriba, inmaterial, ingrávido. Es un momento de iluminación, cuentan. Iluminación las pelotas. Acá son así todos los despertares, ingrávidos, volviendo de la nada. Pero nada de iluminación. Muy malo.
Viajen a la luna ahora, disfruten de pesar trece kilos en vez de ochenta, de caminar como las viejas filmaciones de Neil Armstrong, dando saltitos, de ver la puesta de Tierra. Saquen fotos de sus pisadas en el polvillo lunar. Pero no me vengan con que son astronautas. No me digan que son verdaderos astronautas hasta que no pasen muchas noches, muchas pesadillas en este vacío, esta nada, esta gravedad cero.