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El aviso

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Newen, Jue Dic 14, 2023 7:20 pm

Despertaste empapada en sudor, la gripe te había dominado y la fiebre no te dejó escuchar la alarma. Al ver el reloj buscaste el teléfono para dar aviso a tu trabajo. Tendrías que presentar un certificado.
Luego de una ducha recobraste las fuerzas. El café se sintió amargo y demasiado fuerte, no pudiste terminarlo. Te recogiste el cabello aún húmedo y buscaste la campera para ir al hospital. Mientras viajabas en el taxi el recuerdo del sueño regresó. Llevabas puesto un vestido largo hasta los pies, con la falda ancha y mullida. Un corset oprimía tu cintura y los volados de las mangas te hacían lucir como dama antigua. Estabas en un salón de baile, sonaba un vals y las parejas giraban bajo la enorme araña colgada del techo abovedado. Un caballero vestido con un traje de cola y botas altas se te acercó, comenzaron a bailar y te sentiste llena de dicha. Luego despertaste.
Al llegar al hospital te dijeron que la guardia no entregaba certificados, que debías ir a un consultorio particular. En medio de la ciudad y acalorada por la fiebre, caminaste mientras en el celular googleabas direcciones de médicos clínicos. Luego de unos minutos diste con la entrada de una casa antigua, donde una placa de bronce indicaba que allí atendía el Dr. Enrique Eduardo Hyde.
Al cruzar la enorme puerta de madera avanzaste por el pasillo de mosaicos bicolores, el aroma a alcohol y perfume de ambiente se mezclaban causándote náuseas. En un banco esperaban dos pacientes, comenzaste a sentir mareos y te desvaneciste. Al abrir los ojos viste su cara, te pareció familiar, pero ¿estabas soñando de nuevo con él, o acaso habías despertado? Sonrió y dijo que te habías descompensado. El suero y las vitaminas hicieron su efecto. Con suavidad te incorporaste, y con la promesa de regresar a última hora para control, volviste a casa con el certificado.
En la siesta tu sueño continuó. En un carruaje ambos se alejaban del palacio. El frio de la noche hizo que se erizara tu piel. Él te abrazó. Sólo se escuchaba el eco de los cascos del caballo sobre el empedrado. Sus ojos tenían un brillo extraño, el rostro parecía habérsele transformado. Al llegar a su casona no querías bajar, pediste continuar hasta tu casa. Pero sujetándote por la cintura te obligó a hacerlo, a la vez que le indicó al chofer que se marchara. Mientras te sostenía atrapada con la fuerza de sus brazos, te forzó entrar a esa casa en penumbras, arrastrándote hasta una sala donde había una camilla metálica. Antes de que pudieras reaccionar, te inyectó algo que nubló tus sentidos e hizo flaquear tus piernas. Caíste y sentiste que te acomodaba sobre la placa metálica. Viste su sonrisa enorme y sus ojos enrojecidos, con un cuchillo y sin dudar, te quitó la vida. Mientras tu alma se alejaba horrorizada, alcanzaste a ver como tu cuerpo era desmembrado.
Al despertar estabas alterada. No entendías por qué soñabas con él. Lavaste tu cara con agua fría y te vestiste para ir a ver al doctor Hyde.
Al llegar estaba cerrado, tocaste el timbre y esperaste que te abriera. Un foco titilante iluminaba en forma tenue el pasillo. Lucía más enorme de lo que recordabas. El olor a alcohol ahora se mezclaba con lejía. Sentiste escalofríos. El joven médico te guió hasta una sala donde había una camilla metálica. Parecía un deya vu. Dijo que lo esperaras allí mientras buscaba la medicación. En esos segundos que se eternizaron, algo en tu interior te invitaba a correr. ¿Pero acaso no habían sido sueños provocados por la fiebre?, Quizás alguna película los había detonado, pensaste. El reloj en la pared marcaba los segundos cada vez con mayor intensidad, retumbaban en tus oídos como un tambor. De nuevo escuchaste esa voz: “Huye, huye”…Su cara… había algo en ella que coincidía demasiado con tus pesadillas. ¿Cómo era posible que lo hubieras soñado antes de conocerlo? Entonces te sentiste incómoda, bajaste de la camilla y comenzaste a caminar hacia el pasillo. Lo viste venir con una jeringa en una mano y un cuchillo en la otra. Su rostro se había desfigurado y parecía fantasmal. La ferocidad de su mirada lucía inhumana. Corriste hacia la entrada y al intentar manotear el picaporte, notaste que la puerta estaba cerrada. Él se acercaba despacio, confiado. El foco descompuesto iluminaba su cara y luego la ocultaba marcando cada paso. Te sentiste acorralada, habías caído en la trampa. Al palpar la puerta, el frío del metal de la llave te dio una esperanza, con rapidez la giraste y el clic de la cerradura permitió que la abrieras. Corriste por las calles suplicando ayuda, podías escuchar los pasos detrás de ti. La noche había avanzado y comenzó a llover. No querías morir. Mientras huías, te culpabas por no haber atendido tu intuición, por haber ignorado las alarmas. Un taxi giró en la esquina, le hiciste señas y se detuvo. Subiste velozmente y emprendieron la marcha. Estabas a salvo. Una sombra desapareció por las calles mojadas.
Sonó el despertador. Te levantaste y fuiste a la ducha. Te preparaste para ir al trabajo. Mientras bebías el café, repasaste los portales de los diarios desde tu celular. Una noticia ocupaba todos los titulares. Una joven mujer había sido descuartizada.

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Shbd, Jue Dic 14, 2023 8:00 pm

Me gusto
que es un sueño y que la realidad
saludos

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Newen, Lun Dic 18, 2023 8:08 am

Muchas gracias!, a veces la fiebre nos hace mezclar la realidad con los sueños, o quizás en otras ocasiones la realidad es tan bizarra que supera las pesadillas. Besos