El color que llevamos dentro
Publicado: Vie Dic 08, 2023 7:03 pm
Un día descubrí, que en la literatura, todos tenemos un color. Una clave que nos identifica, un tono que nos distingue del resto. Pienso en una voz propia pero no es eso: es algo más profundo. Me costó un tiempo, entender que me llevaba mejor con los escritores oscuros, antes que con cualquier otro. Ahí me enteré que el color negro iba a marcar mi escritura.
Pienso en la forma que se dio todo. Como una cosa lleva a la otra, un libro al siguiente, un autor nos guía hasta el siguiente y lista se vuelve continua, infinita. Dicen que todos los caminos conducen a Roma y eso cierto. Del mismo modo, habrá un camino, especifico, que conduce a Lovecraft. Un sendero, al principio difuso, que al final se abre hacía un precipicio. Ahora imagino que la oscuridad atrapa con fuerza, nos arrastra, es eso.
El nombre se repetía, como un llamado. En entrevistas, en presentaciones, notas de diarios y revistas. Howard Phillips: el hombre que moldeó la literatura de terror. Me gusta imaginarlo durante los últimos días, satisfecho después de haber inventado un mundo y una mitología. Los tiempos en que daba forma a una obra, pensada para el caos, pero también para un orden secreto, que se encuentra en el reverso de las cosas. Phillips perseguido por la pobreza, ayudado por sus amigos. Phillis racista, creyente fervoroso en la raza superior, coqueteando siempre con la locura.
Él llevaba dentro suyo el color negro que nos marca o nos persigue. No escribimos para la posteridad, sino para el olvido. Aunque la oscuridad sabe abrirse paso y una obra próspera, cuando todos la creían perdida. Cthulhu acecha en el fondo. El Necronomicron aguarda, con sus hojas llenas de misterio: nunca un libro inventado generó tanta suspicacia. Era el horror. La danza del suspenso que se pone en movimiento. Ahora Phillips contempla, con seguridad, la forma en que su legado se expande, crece y se vuelve perpetuo.
Sin dudas me reconozco mejor en sus invenciones o en sus extrañas cosmogonías, antes que en cualquier otro artificio. Meteoritos que caen a la tierra y traen la maldición; monstruos que esperan en el fondo del océano o en los confines del universo; pueblos donde nos tiende una trampa la locura. Ese color que cayó del cielo nos ilumina: un tenue haz de luz que se desvanece.
Ningún otro libro puede generar eso, ningún otro autor podría. Quizá porque su lectura es actual: sucede ahora. Quizá porque Phillips escribió para el futuro, sin saberlo. Quizá porque la noche tiene su forma de proceder y no hay remedio. Lovecraft es el lado oscuro, nuestra parte más horrible. El tono negro y perfecto de las cosas siniestras. Hay algo en él que nos encanta y cuando aprendemos a descifrarlo, nos atrapa para siempre.
Descubrir que llevamos un color dentro, es la suerte que nos salva o nos condena. Es el llamado de la oscuridad. La marca de nuestro destino…
Pienso en la forma que se dio todo. Como una cosa lleva a la otra, un libro al siguiente, un autor nos guía hasta el siguiente y lista se vuelve continua, infinita. Dicen que todos los caminos conducen a Roma y eso cierto. Del mismo modo, habrá un camino, especifico, que conduce a Lovecraft. Un sendero, al principio difuso, que al final se abre hacía un precipicio. Ahora imagino que la oscuridad atrapa con fuerza, nos arrastra, es eso.
El nombre se repetía, como un llamado. En entrevistas, en presentaciones, notas de diarios y revistas. Howard Phillips: el hombre que moldeó la literatura de terror. Me gusta imaginarlo durante los últimos días, satisfecho después de haber inventado un mundo y una mitología. Los tiempos en que daba forma a una obra, pensada para el caos, pero también para un orden secreto, que se encuentra en el reverso de las cosas. Phillips perseguido por la pobreza, ayudado por sus amigos. Phillis racista, creyente fervoroso en la raza superior, coqueteando siempre con la locura.
Él llevaba dentro suyo el color negro que nos marca o nos persigue. No escribimos para la posteridad, sino para el olvido. Aunque la oscuridad sabe abrirse paso y una obra próspera, cuando todos la creían perdida. Cthulhu acecha en el fondo. El Necronomicron aguarda, con sus hojas llenas de misterio: nunca un libro inventado generó tanta suspicacia. Era el horror. La danza del suspenso que se pone en movimiento. Ahora Phillips contempla, con seguridad, la forma en que su legado se expande, crece y se vuelve perpetuo.
Sin dudas me reconozco mejor en sus invenciones o en sus extrañas cosmogonías, antes que en cualquier otro artificio. Meteoritos que caen a la tierra y traen la maldición; monstruos que esperan en el fondo del océano o en los confines del universo; pueblos donde nos tiende una trampa la locura. Ese color que cayó del cielo nos ilumina: un tenue haz de luz que se desvanece.
Ningún otro libro puede generar eso, ningún otro autor podría. Quizá porque su lectura es actual: sucede ahora. Quizá porque Phillips escribió para el futuro, sin saberlo. Quizá porque la noche tiene su forma de proceder y no hay remedio. Lovecraft es el lado oscuro, nuestra parte más horrible. El tono negro y perfecto de las cosas siniestras. Hay algo en él que nos encanta y cuando aprendemos a descifrarlo, nos atrapa para siempre.
Descubrir que llevamos un color dentro, es la suerte que nos salva o nos condena. Es el llamado de la oscuridad. La marca de nuestro destino…