En fechas como éstas se me hace inevitable sentir una tristeza arrasadora porque mi marido falleció hace un año en un incendio, recordarlo hace que me duela el corazón.
Termino de preparar el desayuno, como, me baño y al estar lista salgo de la casa. Me dirijo a la tienda, hago unas compras rápidas y me dirijo hacia mi auto, entro y me quedo unos minutos, sin moverme. Los recuerdos de mi querido esposo llegan a mi mente, lágrimas comienzan a salir.
De pronto,
siento como si alguien respirara cerca de mi cuello, siento como el miedo inunda mi sistema, con violencia volteo, pero no veo a nadie.
Cuando vuelvo a voltear veo una sombra que pasa justo en frente del auto, asustada enciendo el auto y salgo de ahí.
Me calmo, la idea de que sea el espíritu de mi marido se forja en mi mente. De seguro es él, de seguro vino a visitarme.
En la oscuridad de la noche podía sentir el calor propio del verano. Me encontraba sola en mi cama, el insomnio nuevamente se apoderaba de mí y no me soltaba, ya se me hacía costumbre tenerlo como compañero.
A la hora siguiente comienzo a sentir como mi cuerpo comienza a dormirse.
Cuando ya estoy cerrando los ojos siento una presión en mi cuello, alarmada abro los ojos y me siento en la cama, a los minutos me calmo, vuelvo a pensar en que tal
vez sea mi esposo.Escucho un ruido fuerte en la cocina. Salgo de la cama y bajo, entro en la cocina, enciendo la luz, no veo a nadie.
Justo cuando voy a apagar la luz se aparece en frente de mi la figura alta de una persona, no distingo su rostro está todo de negro.
—Amor ¿eres tú?— pregunto.
La figura se acerca hacia mí con violencia, me sujeta del cuello y me tira al piso, aterrada trato de salir de su agarre, pero es inútil. El miedo se apodera de mi alma.
Comienzo a sentir como me golpea, veo como la silueta saca un cuchillo, corta mi cara.
— ¿Por qué? Amor soy yo— digo con lágrimas.
—No soy tu esposo— responde la silueta.
La voz se me hace conocida.
Se quita la máscara.
El asombro se refleja en mi rostro lleno de sangre.
-Soy tu hijo— dice Matt, mi hijo.
De pronto siento como el cuchillo atraviesa mi pecho.
Sangre comienza a salir. Empiezo a sentir como mi alma va dejando mi cuerpo. Con mi último aliento pregunto:
—¿Por qué haces esto?
Mi hijo responde:
— Tú mataste a mi padre ¡Ahora debes pagar!
