CUENTO PARA CONCURSO
Publicado: Dom Dic 10, 2023 1:21 am
EGO NO TE ABSOLVO
Ego no te absolvo el rey cae el rey huye hacia los cielos ego no te absolvo ego precipitado a las entrañas del abismo y luego florecen los cielos el rey cae han pasado cinco siglos y ego el silencio mi yo derrumbado en la cárcel mi yo de mujer soberana solo de una maceta con tierra seca mi yo de silencio mi estrepitoso silencio Y cuando yo nací estabas frente a ese espejo y las cejas del rey se derrumbaban eloísa de aquí no partas solo estas piezas de ajedrez son tu destino Eloísa persiste en su sombra enajenada y en el claro de luz estabas tú sosteniendo la taza de café que nunca tomamos y me dijiste simplemente me amabas me amabas como amabas a tu corderito de la infancia y tu otro yo me parpadeaba con los ojos Carmencita Eloísa eres una llama viva vestida de rojo que pronto se oscurece y a la sombra del encierro te vuelves de luto he dejado de tomar ese delicioso café donde queda la borra para que una adivina armenia la lea a la sombra del negro café en la taza de porcelana que chocamos para desearnos la despedida del año cielo que se cubrió enseguida de guirnaldas de luces de abrazos de alegría y yo estaba allí para ver caer desde el otro lado de la calle al rey del vaudeville cargado de charreteras doradas y de fantasía y para ver caer de este lado tu rostro cargado de cenizas cenizas y polvo luego tu despedida la ventanilla del tren se cerró para no dejar que el aire frío entrara y congelara las cenizas de tu ser cuyo rostro estaba pegado al rocío de la llovizna que mojaba la ventanilla para lavar los escombros de tus ojos negros para lavar culpas que nunca tuviste para lavar fantasías que no podías arriesgar en ese preciso momento en que el rey del vaudeville cruzaba feroz la calle mojada por las cenizas de la luz que iba apagándose con las sombras de los árboles sobre los faroles
Y entonces el tren zarpó mientras las cenizas iban dispersándose en un vuelo raudo entonces la lluvia cesó porque ya había llorado tu partida
Zigzagueé me dejé ir en una carrera súbita atrapé el primer barrilete que me llevó a las afueras de la ciudad tomada por el rey caído en un pozo de cerveza
Me dejé caer en el callejón sin salida entré en la selva selvaggia aspra y forte y me faltaba el cuervo vigía y me faltaba tu cielo claro sin sed y me faltaban tus hermosas manos de niño azul sobre mi cabello entré en la selva selvaggia aspra e forte como
perdida extraviado en las calles húmedas de la ciudad y me faltaba el cuervo negro como guía y entré sola a la selva selvaggia aspra e forte y el primer círculo que atravesé fue la zanja donde la sor dejó abandonada las ropas de la niña envuelta bajo la llovizna en diarios de papel sucios ella no tenía nada más para vender una caja de cerillas quemadas y la última hogaza de pan que me ofrecía por dos dineros y ella estaba allí bajo el árbol que lloraba como un sauce la muerte del can que yacía a su lado
A su lado la mácula del segundo círculo puse el pie luego el otro pie sobre los muros de la calle y hallé al mendigo sediento junto a unos libros junto a un sueño rendido por la ignorancia del rey de los cuervos caído en desuso.
Al lado del mendigo estaban los dos amantes intentando revivir su fruto el fruto de su amor el niño niño duermes duermes duerme niño pero ábreme tus ojos por última vez
Al lado de la tumba del niño estaba la navaja envuelta en sangre menstrual y esta otra en paños una niña había sido ultrajada con el dolor de los dioses y llanto de todas las plañideras
Al lado de la sangre estaban el quinto círculo la acera de la calle donde el rey en desuso había asesinado a la dama y la muchedumbre azorada rodeaba la casona
¡y gritaba FUENTEOVEJUNA LO HIZO! Y llevaban al rey en desuso al cementerio porque el pueblo había pedido justicia
Y seguí caminando sentí que ya no corría
En el sexto pozo de la calle encontré a dos hombres que esperaban a un tal godot
Y me interné en la selva aspra e forte y sentía que caían las luces de bengala y los fuegos mortíferos sobre Kiev
en el séptimo encontré los fusiles y a los hombres carnívoros
Los dos últimos pozos los viví cuando llegué al fin de la selva selvaggia aspra e forte fuera de la ciudad y me interné en el bosque cuya última línea de árboles termina frente al puerto y luego lejos el mar de los pulpos y de los desventajados y el último renglón de la selva era esta noche cerrada sin estrellas
Me dejaron libre el 6 de agosto de 1986. En esa época te volví a ver pensé que todavía estaba de tu mano, Virgilio. Todavía tenía las marcas de los dolores punzantes en mis sienes pero dijeron que estaba curada. Entonces me senté en medio del salón de pinturas que reflejaban el purgatorio de los libres. A. Daniel, il miglior fabbro, se acercó con un libro de poemas y un libro de pinturas del Beato Angelico. Y eso que no era religioso pero ya te había dejado en las escaleras del museo con un signo de pregunta en la frente.
Arnaut era inteligente , brillante, cuidadoso, respetuoso de mí como eras tú hace tiempo.
Vivimos en Buenos Aires juntos unos cinco años hasta el día en que apareció el ruiseñor en casa. Estábamos juntos admirando un cuadro de Kandinsky entonces empezó la transformación. Un halo de aire apenas difuso los envolvió y lo convirtió en ti, Virgilio. Con la única salvedad que ahora eras Arnaut Daniel.
Mágicamente tu rostro había vuelto a ser el mismo y no eras otro que tú pero habiendo cruzado las puertas del tiempo habías cambiado y evolucionado junto con el reloj de arena y habíamos llegado a nuestro jardín donde todos los paraísos mostraban esplendorosamente las hojas verdes.
Esta mañana había partido de este mundo el rey en desuso, el rey de los cuervos y el rey del vaudeville. Los medios de comunicación habían anunciado los decesos.
Y ahora que sonríes con tu rostro de luz con tus pensamientos llenos de belleza, te canto, Arnaut.
Y te canto con todos los seres del mundo entero.
Ego no te absolvo el rey cae el rey huye hacia los cielos ego no te absolvo ego precipitado a las entrañas del abismo y luego florecen los cielos el rey cae han pasado cinco siglos y ego el silencio mi yo derrumbado en la cárcel mi yo de mujer soberana solo de una maceta con tierra seca mi yo de silencio mi estrepitoso silencio Y cuando yo nací estabas frente a ese espejo y las cejas del rey se derrumbaban eloísa de aquí no partas solo estas piezas de ajedrez son tu destino Eloísa persiste en su sombra enajenada y en el claro de luz estabas tú sosteniendo la taza de café que nunca tomamos y me dijiste simplemente me amabas me amabas como amabas a tu corderito de la infancia y tu otro yo me parpadeaba con los ojos Carmencita Eloísa eres una llama viva vestida de rojo que pronto se oscurece y a la sombra del encierro te vuelves de luto he dejado de tomar ese delicioso café donde queda la borra para que una adivina armenia la lea a la sombra del negro café en la taza de porcelana que chocamos para desearnos la despedida del año cielo que se cubrió enseguida de guirnaldas de luces de abrazos de alegría y yo estaba allí para ver caer desde el otro lado de la calle al rey del vaudeville cargado de charreteras doradas y de fantasía y para ver caer de este lado tu rostro cargado de cenizas cenizas y polvo luego tu despedida la ventanilla del tren se cerró para no dejar que el aire frío entrara y congelara las cenizas de tu ser cuyo rostro estaba pegado al rocío de la llovizna que mojaba la ventanilla para lavar los escombros de tus ojos negros para lavar culpas que nunca tuviste para lavar fantasías que no podías arriesgar en ese preciso momento en que el rey del vaudeville cruzaba feroz la calle mojada por las cenizas de la luz que iba apagándose con las sombras de los árboles sobre los faroles
Y entonces el tren zarpó mientras las cenizas iban dispersándose en un vuelo raudo entonces la lluvia cesó porque ya había llorado tu partida
Zigzagueé me dejé ir en una carrera súbita atrapé el primer barrilete que me llevó a las afueras de la ciudad tomada por el rey caído en un pozo de cerveza
Me dejé caer en el callejón sin salida entré en la selva selvaggia aspra y forte y me faltaba el cuervo vigía y me faltaba tu cielo claro sin sed y me faltaban tus hermosas manos de niño azul sobre mi cabello entré en la selva selvaggia aspra e forte como
perdida extraviado en las calles húmedas de la ciudad y me faltaba el cuervo negro como guía y entré sola a la selva selvaggia aspra e forte y el primer círculo que atravesé fue la zanja donde la sor dejó abandonada las ropas de la niña envuelta bajo la llovizna en diarios de papel sucios ella no tenía nada más para vender una caja de cerillas quemadas y la última hogaza de pan que me ofrecía por dos dineros y ella estaba allí bajo el árbol que lloraba como un sauce la muerte del can que yacía a su lado
A su lado la mácula del segundo círculo puse el pie luego el otro pie sobre los muros de la calle y hallé al mendigo sediento junto a unos libros junto a un sueño rendido por la ignorancia del rey de los cuervos caído en desuso.
Al lado del mendigo estaban los dos amantes intentando revivir su fruto el fruto de su amor el niño niño duermes duermes duerme niño pero ábreme tus ojos por última vez
Al lado de la tumba del niño estaba la navaja envuelta en sangre menstrual y esta otra en paños una niña había sido ultrajada con el dolor de los dioses y llanto de todas las plañideras
Al lado de la sangre estaban el quinto círculo la acera de la calle donde el rey en desuso había asesinado a la dama y la muchedumbre azorada rodeaba la casona
¡y gritaba FUENTEOVEJUNA LO HIZO! Y llevaban al rey en desuso al cementerio porque el pueblo había pedido justicia
Y seguí caminando sentí que ya no corría
En el sexto pozo de la calle encontré a dos hombres que esperaban a un tal godot
Y me interné en la selva aspra e forte y sentía que caían las luces de bengala y los fuegos mortíferos sobre Kiev
en el séptimo encontré los fusiles y a los hombres carnívoros
Los dos últimos pozos los viví cuando llegué al fin de la selva selvaggia aspra e forte fuera de la ciudad y me interné en el bosque cuya última línea de árboles termina frente al puerto y luego lejos el mar de los pulpos y de los desventajados y el último renglón de la selva era esta noche cerrada sin estrellas
Me dejaron libre el 6 de agosto de 1986. En esa época te volví a ver pensé que todavía estaba de tu mano, Virgilio. Todavía tenía las marcas de los dolores punzantes en mis sienes pero dijeron que estaba curada. Entonces me senté en medio del salón de pinturas que reflejaban el purgatorio de los libres. A. Daniel, il miglior fabbro, se acercó con un libro de poemas y un libro de pinturas del Beato Angelico. Y eso que no era religioso pero ya te había dejado en las escaleras del museo con un signo de pregunta en la frente.
Arnaut era inteligente , brillante, cuidadoso, respetuoso de mí como eras tú hace tiempo.
Vivimos en Buenos Aires juntos unos cinco años hasta el día en que apareció el ruiseñor en casa. Estábamos juntos admirando un cuadro de Kandinsky entonces empezó la transformación. Un halo de aire apenas difuso los envolvió y lo convirtió en ti, Virgilio. Con la única salvedad que ahora eras Arnaut Daniel.
Mágicamente tu rostro había vuelto a ser el mismo y no eras otro que tú pero habiendo cruzado las puertas del tiempo habías cambiado y evolucionado junto con el reloj de arena y habíamos llegado a nuestro jardín donde todos los paraísos mostraban esplendorosamente las hojas verdes.
Esta mañana había partido de este mundo el rey en desuso, el rey de los cuervos y el rey del vaudeville. Los medios de comunicación habían anunciado los decesos.
Y ahora que sonríes con tu rostro de luz con tus pensamientos llenos de belleza, te canto, Arnaut.
Y te canto con todos los seres del mundo entero.