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LA LLAVE

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kpochakpuchino, Dom Dic 10, 2023 11:35 pm

La llave

Evaristo salió más temprano esa mañana.
Pasa que la noche anterior había discutido con su joven esposa y le había dicho cosas de las que se arrepentía.
El sabía que cuando tomaba un vaso de más, la llave le hacía decir cosas que no quería decir.
Salió empujando la Kawasaki para no despertar a su esposa que todavía dormía.
Recién cuando estuvo a mitad de la finca pateo la moto y acelero, la velocidad y el fresco del rocío matinal en la cara lo hacían sentirse un poco mejor y olvidar las palabras que su boca borracha habían profanado hacia su compañera.
Sin darse cuenta llego a la huella de Los Milagros. Llamada así por que era un milagro pasarla y no quedar enguadado en el intento. Freno la moto y bajo a armar un cigarrillo. Mientras buscaba un fosforo miró la fragata que pintaba la caja, imagino como su matrimonio se hundía mientras quemaba la caja vacía de fósforos.
Caló hondo el cigarrillo y soltó lentamente el humo por su nariz.
El olor a tierra húmeda lo tranquilizaba. Espero que el compuertista cerrara el paso de agua y se fuera.
Un hornero iba y venía cargando pedacitos de barro para su nido.
Evaristo subió a la moto nuevamente, dio media vuelta y encamino hacia el centro de Corralitos. Llego al corralón de los López, compró 5 metros de soga y una caja de balas calibre 38. Si compraba sueltas podrían sospechar pensó.
Se cruzó enfrente al mercado de los gorditos y compró una botella de Ginebra y una caja de fósforos.
Compró una entrañita en la carnicería y un atado de leña. Con las alforjas de la moto llenas emprendió regreso a la casa. Amelita ya había puesto el pan a hornear y tomaba mates mientras comía una torta al rescoldo todavía humeante.
Evaristo paso por al lado de ella despacio para no taparla en tierra con la moto. Gesto que Amelita agradeció con la cabeza.
Dejó la moto en la pieza del fondo y se sentó a tomar mates con Amelita.
Aparto varias brazas del horno y las acercó a una chapa en el suelo. Puso luego la parrilla en el fuego del horno.
Saló la carne y con su faca fue haciendo pequeños cortes en los que introducía pedacitos de ajo y queso.
Tomó el mate y beso a Amelita en la frente. Sacó la parrilla del fuego y con un papel la limpio lentamente. Puso más brasas en la chapa y coloco encima la parrilla. Al poner la carne sobre esta, empezó a chirrear.
Pidió disculpas por su comportamiento de esa noche y no hablo más hasta que termino de hacer el asado.

Amelita asintió con la cabeza, como quien acepta las disculpas pero sabe que el dolor que producen algunas palabras no se cura con más palabras. Cebó otro mate y fue adentro de la casa a preparar una ensalada.
Evaristo probó la carne asada. Se sintió satisfecho y fue a la pieza del fondo.
Sacó la caja de balas y cargo el tambor del 38. Colgó la soga de la viga del techo y tomó un trago largo de Ginebra.
Puso el revolver dentro de su campera y salió hacia la parrilla con la botella en la mano.
Amelita salía de la casa y lo vio otra vez tomando. Lloró. Mientras Evaristo estaba compenetrado en su labor de asador se escabullo hacia la pieza del fondo y vio la soga en el techo. Sobre la mesita había una caja nueva de balas desparramadas. Amelita dejó de llorar.
Salió sin que la vea y entro a la casa, se lavó la cara y salió con una ensalada y un vaso. Se paró junto a Evaristo y le pidió le llenara el vaso. Evaristo se rió. Ella no. Evaristo lleno el vaso de Amelita.
De un trago Amelita bebió la ginebra y se volvió a servir. Entró a la casa. Sacó dos platos y cubiertos. Se sentaron a comer mientras charlaban sobre todas las ideas locas que habían proyectado como pareja y no cumplieron.
Amelita terminó de comer y comenzó a llorar.
Evaristo se paró, sacó el arma y le disparó en la cabeza.
Sirvió otro vaso de ginebra, armó un tabaco.
Fumó y tomó en honor a Amelita y entró a la pieza del fondo.
Marcelo Kpocha Becerra
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