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Silencios

Publicado: Jue Dic 14, 2023 4:36 pm
por MINERVA LIBER
Silencios
Una oscuridad bestial reina en la casa durante la madrugada, más aún en días invernales. A las 6:30am el reloj despertador retumba estridentemente. Como puedo, con mis ojos pegados y somnolientos, palpo sobre la mesita de luz hasta encontrar el ruidoso artefacto y ponerle fin a ese sonido alarmante. La habitación queda en silencio al fin.
Me levanto, miro por la ventana. Aún es de noche, pienso. Lavo mi cara, intento peinarme y busco, a tientas, el guardapolvo que casi siempre está tirado sobre una silla repleta de ropa descolgada la noche anterior y aún sin doblar.
Preparo un café con los últimos granos que quedan en la lata, reviso mis carpetas y apuntes y pongo todo en el portafolios, curtido ya de tanto uso, de tantos viajes, de tanto peso que provocan los libros, libros que esperan ser leídos con curiosidad y entusiasmo. Desayuno a velocidades inimaginables y por fin puedo irme.
Le doy un beso a mi mamá y otro a mi papá.
-Cuidate, hija-.
-Si papá, hasta luego-.
Al fin emprendo el solemne recorrido de todos los días.
El colectivo me deja sobre la ruta y solo tengo que adentrarme por camino de tierra un kilómetro hasta toparme con la escuela. Camino, a veces algún vecino me hace el favor de llevarme hasta allá. La gente ahí es muy amable, todos se conocen entre sí, los padres y madres son sumamente comprometidos con el bienestar de la escuela que alberga a sus hijos seis horas diarias.
¡Hola seño, pensábamos que no venias hoy! Las voces de mis alumnos me hacían dar cuenta que había llegado unos minutos tarde.
¡Señooooo, viniste!
Me recibían con mucho fervor cada día.
¡Ma, ehh digo, Seño! ¿Me acomodas el guardapolvo? Me necesitaban.
-Seño, te quiero mucho-
Me hacían sentir amada, especial. Y yo, a pesar de mí enorme cansancio, agradecía día a día el poder estar presente para ellos. Los amaba, era imposible no hacerlo.
SEÑO, SEÑO, SEÑO, SEÑO….
El sonido de sus voces se iba apagando junto conmigo.
-¡Seño, atame los cordones!-
Resonaban en mí sus vocecitas.
-¡Seño! ¿Corregiste mi tarea?-
-Hasta mañana Seño-…..
Mientras tanto, como si me hubiera ausentado de mí misma para no imaginármelos a ellos sin mí, alguien ahogaba un grito, mi último grito.
¡Seño, hasta mañana, te vamos a extrañar!.....
Forcejeos. Un golpe. Oscuridad. Silencio.
Once años después, mi nombre aparece en carteles de algo llamado “Ni una menos” Hoy, después de veinte años, descanso en paz. Sabiendo, que quien apagó mis gritos, no apagará el de ninguna más.
En memoria de la docente Daniela Spárvoli, raptada, violada y asesinada el 14 de marzo del año 2003 en las inmediaciones de Cañada de Gómez cuando se dirigía hacia su trabajo.
Minerva Liber