EDICIONES DIOTIMA: Café literario

Los niños de los balcones:

Hoy fue derrumbada la última casa de la ciudad.
Parece difícil creer que, debajo de estos edificios colosales,
hayan existido patios y jardines
con niños correteando descalzos sobre el pasto,
árboles con hamacas improvisadas y arcos de futbol.

Los niños de los balcones
no pueden trepar ni saltar, arrojar cosas y esconderse,
no se percibe en ellos ningún rasgo de sus ancestros.
Juegan en solitario y en silencio un juego diseñado
“para el futuro empresario exitoso”,
es como el ajedrez pero los reyes siempre se salvan
y los peones se sacrifican por la empresa
para luego ser reemplazados por otros.
Crecen creyendo que los arcoíris son hologramas;
no fantasean con aventuras emocionantes
en busca de tesoros escondidos en cascadas.

Los niños de los balcones
no le temen a la muerte
y observan el abismo con la curiosidad de un gato;
no desean volar como Peter Pan,
quisieran saltar, saltar, saltar…
pero no pueden.