El viento se levantó
Publicado: Mié Dic 06, 2023 1:16 am
(Budaflotante)
Me encontré de frente con una valija con una rueda arisca. ¿En qué posición he de poner los calzones parchados con telas irrisorias y nada compatibles? Debería hacer origami ficcional con toda mi vida, para que a fuerza de brazos marchitos y solitarios entrara mi vida en esa mini prisión con rueditas y cierres rotos. Quizás este presidio ambulante termine en manos extrañas y en algún momento será concurrido por otro viajero insano. Mientras tanto solo me queda intentar apilar la ropa y acomodarla, que el Buquebus sale en tres horas y no sé qué significa la palabra checking.
Callejeando por las ramblas ardientes del mediodía, me topé de frente con un sombrero bombín carcomido por el efecto colateral de algún pegamento mal utilizado. Parecía estar petrificada sobre la silla de plástico y la mesa con unos cuantos souvenirs. Le dije varias veces que no iba a comprarle nada, pero me prometió resignada que me iba dar inspiración. Sacó de un estuche un ukelele imbuido en un rosa pastel que le quitaba la seriedad a su portadora, pero era un agasajo para la vista.
Le aplaudí más de la cuenta, quizás sí me había inspirado un poquito. Pareció darse cuenta, ya que se sacó el sombrero y me lo extendió. Cuando estaba a punto de dejar caer un billete, un viento voraz se levantó y nos extirpó lo que teníamos en las manos y lo arrastró por sobre nosotros hacia la playa. Corrí sin darme cuenta, dejando junto a la chica mi valija. Salté los escalones y aterricé en la arena desolada. Antes de que el sombrero terminara entre las altas olas pude atraparlo, pero el billete se alejó quizás hasta llegar mar adentro.
Al regresar, ni la muchacha bien vestida ni mi valija se encontraban en la rambla. Me paré a esperarla junto a la mesita de los souvenirs. Me puse el sombrero de bombín y me senté sobre la silla de plástico ardiente. Vendí unos cuantos recuerdos, dos llaveros con la bandera uruguaya, un portavasos con el escudo de Nacional y dos destapadores de cerveza.
Se hizo de noche y junto al sonido de las olas contra la arena decidí volver a mi hotel… quizás la chica podría volver a verla, para exigirle que me devolviera mi mundo.
Me encontré de frente con una valija con una rueda arisca. ¿En qué posición he de poner los calzones parchados con telas irrisorias y nada compatibles? Debería hacer origami ficcional con toda mi vida, para que a fuerza de brazos marchitos y solitarios entrara mi vida en esa mini prisión con rueditas y cierres rotos. Quizás este presidio ambulante termine en manos extrañas y en algún momento será concurrido por otro viajero insano. Mientras tanto solo me queda intentar apilar la ropa y acomodarla, que el Buquebus sale en tres horas y no sé qué significa la palabra checking.
Callejeando por las ramblas ardientes del mediodía, me topé de frente con un sombrero bombín carcomido por el efecto colateral de algún pegamento mal utilizado. Parecía estar petrificada sobre la silla de plástico y la mesa con unos cuantos souvenirs. Le dije varias veces que no iba a comprarle nada, pero me prometió resignada que me iba dar inspiración. Sacó de un estuche un ukelele imbuido en un rosa pastel que le quitaba la seriedad a su portadora, pero era un agasajo para la vista.
Le aplaudí más de la cuenta, quizás sí me había inspirado un poquito. Pareció darse cuenta, ya que se sacó el sombrero y me lo extendió. Cuando estaba a punto de dejar caer un billete, un viento voraz se levantó y nos extirpó lo que teníamos en las manos y lo arrastró por sobre nosotros hacia la playa. Corrí sin darme cuenta, dejando junto a la chica mi valija. Salté los escalones y aterricé en la arena desolada. Antes de que el sombrero terminara entre las altas olas pude atraparlo, pero el billete se alejó quizás hasta llegar mar adentro.
Al regresar, ni la muchacha bien vestida ni mi valija se encontraban en la rambla. Me paré a esperarla junto a la mesita de los souvenirs. Me puse el sombrero de bombín y me senté sobre la silla de plástico ardiente. Vendí unos cuantos recuerdos, dos llaveros con la bandera uruguaya, un portavasos con el escudo de Nacional y dos destapadores de cerveza.
Se hizo de noche y junto al sonido de las olas contra la arena decidí volver a mi hotel… quizás la chica podría volver a verla, para exigirle que me devolviera mi mundo.