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Lo frágil de estar vivo
Facundo Gatti nos relata en Lo frágil de estar vivo que no todo lo que brilla es oro. Y qué mejor ambiente que el del fútbol para contar que las cosas, las vidas, penden de un hilo. Que nos muestran un mundo que parece perfecto, pero no lo es. Consumimos lo que nos dan las redes sociales y los medios de comunicación.
Jugadores con el futuro económico asegurado, amor, salud, compañías. Desde afuera, pura envidia. A los 30 años, el futbolista empieza a pensar en el retiro, siempre y cuando no hayan aparecido antes las lesiones. Las consecuencias del sexo fácil pueden volverse un problema. Y el dinero, otro. La ambición. Lo humano en estado puro. Eso es lo que nos narra Gatti, a la vez que nos describe ciertos personajes que entran y salen para darle forma a un mundo que gira alrededor del fútbol, pero que va más allá de lo deportivo. Mientras la pelota ruede, estará todo bien. Sin embargo, cuando termina cada partido asoma la realidad. Esta historia nos muestra lo que no vemos o no queremos ver. Lo que se esconde debajo de la alfombra. Porque a veces preferimos que el circo de la perfección siga su camino para mostrarnos que sí, que es posible, que siempre hay algo mejor del otro lado.
En Lo frágil de estar vivo, la primera y prometedora novela del autor, los problemas se mezclan cuando aparecen una modelo despechada, un padre ausente, un amigo de dudosa reputación, una psicóloga que organiza fiestas sexuales como parte de la terapia de sus pacientes. Cada uno de ellos le agrega un condimento a la historia.
Gatti, periodista y abogado, utiliza a sus personajes para llevarnos directamente a la realidad a través de la ficción. Cuando terminen de leer Lo frágil de estar vivo entenderán por qué.
Alejandro Duchini
Así escribe: Vi por primera vez a Daniela Duffard hace 5 meses, en un
estudio de televisión. La relación con Sofía estaba resquebrajada,
aunque la posibilidad de conocer a otra persona fuera de mi círculo
íntimo no entraba en mis planes. Nunca disfruté las entrevistas,
pero en este caso el llamado vino por el lado de un conductor al
que respeto profundamente, y no pude negarme. Era ese típico
programa donde los invitados se sientan en semicírculo y hablan de
su vida profesional en tono relajado. Iba a ser el único futbolista.
También estaban invitados un actor, un político, una vedete, una
modelo y una cantante —Daniela—. Hacía muchísimo tiempo que
no escuchaba su nombre, como si se la hubiese tragado la tierra. Los
productores buscaron el impacto, y quizás pensaron que ella podía
contar alguna historia atractiva, del estilo “En estos años perdí toda
la plata que gané”, o “Mis padres abusaron de mí, me fui de mi casa
y ahora toco la guitarra en el subte para sobrevivir”.
FACUNDO GATTI (Ciudad de Buenos Aires, 1981) es periodista y abogado. Trabajó en medios como Radio Nacional, La Red y Agencia Télam, especializándose en el área de deportes. Formó parte de los talleres literarios de Selva Almada y de Diego Paszkowski. Lo frágil de estar vivo es su primera novela. |
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El día de los drones
“El día de los drones” sigue a un periodista desmotivado que descubre una extraña afección que empieza a atacar a las personas. Pero lo que en principio parecen casos aislados, donde la carne se mezcla misteriosamente con la tecnología, termina convertido en una emergencia difícil de contener y que nadie puede entender –ni prever. Arrancado de la monotonía, el cronista sigue con la investigación mientras la irrupción de este fenómeno extraño alcanza a su entorno y altera todos los órdenes de la vida en la ciudad, al punto de que el propio protagonista no sabe si ha sido afectado.
Así escribe:
Había soñado que no tenía piernas. Estaba rodeado por una
neblina rojiza y no podía moverme. Eso fue todo lo que retuve cuando
desperté. Más que nada, la sensación de impotencia. Quise contárselo
a Dafne durante el desayuno, que era cuando por lo general me
entusiasmaba con la posibilidad de lograr que ese día fuera distinto.
Pero el optimismo duraba poco. Aunque me llenaba de ánimo
que se prolongaran las conversaciones con Dafne porque en esos
momentos entendía lo que nos unía, el peso de la rutina terminaba
por aplastarme. Era como si todos los días eligiera encarar la misma
batalla, aun conociendo el resultado.
Salí al trabajo con los restos del sueño flotando en rojo y
amarillo, un fondo que se imprimía detrás de mis ojos como una
placa. Hice esfuerzos en la calle por recuperar más de aquella lucha
sin piernas. Nada. Estaba atravesando la instancia en que las imágenes
de la noche empezaban a esfumarse. Una vez que cruzara el umbral
de la puerta del trabajo, ya no podría distinguir entre lo que había
soñado y lo que mi imaginación estaba haciendo con esas piezas rotas.
NICOLÁS POGGI nació en la ciudad de La Plata en 1984. Es licenciado en Comunicación Social de la Universidad de La Plata (UNLP) y trabajó como periodista en medios como la Agencia Diarios y Noticias (DyN), A24.com y la Agencia Télam. “El día de los drones” es su primera novela.
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El restaurador
El Restaurador es la historia de Normando, una persona insignificante y estrafalaria que, desde pequeña, está obsesionada con desentrañar los misterios de la muerte. Cuando consigue emplearse en una funeraria para maquillar difuntos, siente que está en el mejor de los mundos para dar rienda suelta a su deseo. El éxito de sus trabajosos ensayos será, paradojalmente, causa de peripecias y tal vez, mayores desgracias.
Álvaro Labarrère conoce a sus criaturas, que compone con la laboriosa y etérea materialidad del lenguaje, entregándonos una historia rica en humor y en tragedia, con deliciosas descripciones de sus personajes y de las aventuras a las que se enfrentan.
Así escribe:
El anciano lo recibió con un
silencio crispado que rápidamente fue interrumpido por una retahíla
de insultos y reproches soeces, a los cuales les siguieron —con la
política del “Res, non verba”— un “encantador” surtido de golpes
que combinaba coscorrones, pellizcos, patadas y bofetadas. Aunque
Normando trató de defenderse, no pudo impedir que el colérico loco
que lo había engendrado le quitase el diploma flamante para
proceder a desgarrarlo en mil pedacitos. Creía el demente que de esa
forma tomaba justa venganza por aquello de la falaz efeméride que
invocaba el aborrecido nombre de su hijo. En esta situación,
Normando hizo, como era habitual, un colosal despliegue de su falta
de carácter y, sin oponer más resistencia que la de hurtar el cuerpo a
los golpes más duros, se dejó conducir hasta el percudido sofá
familiar, donde un certero golpe de puño en el rostro lo arrojó y lo
dejó dolorido y mal sentado. Luego de haber establecido tan
claramente las pautas del diálogo, el padre retomó el uso de la
palabra y dirigió a su hijo una estentórea y en buena parte
incomprensible alocución,,,
ALVARO LABARRERE (Lima, 1967) es lector, escritor y psicoanalista (no necesariamente en ese orden) cuando la inspiración y el azar lo acompañan. Hasta el momento ha publicado Las Ciudades Invivibles (2016), Hospital Carroñas (2023) y el presente título: El Restaurador (Diotima, 2023). |
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