
 $ 25000 / Novela
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Dónde caerse muerto
Alguien dijo una vez que el problema del policial argentino es la policía argentina. La
frase encierra un chiste, y como todo chiste una verdad. El policial argentino nunca
podría inscribirse en la tradición clásica del asesinato en la habitación cerrada por
dentro, porque necesitaríamos otra sociedad: una en la que esos casos pudieran
desentramarse gracias a detectives distinguidos, expertos en lógica, que abordan la
intriga mientras disfrutan del té a las cinco de la tarde.
Sin embargo, parafraseando al príncipe Hamlet, algo huele muy mal en el policial
negro. En esta tradición que presiden desde el Olimpo norteamericano escritores
como Chandler, Hammet y Thompson, se inscribe con eficacia y elegancia la primera
novela de Elio Puntieri. Dónde caerse muerto nos sitúa desde el título en un mundo
donde las instituciones conspiran conjuntamente para corrompernos. Puntieri
escribió una historia atrapante y mordaz en la que resolver el enigma no restablece el
orden justo, porque la injusticia está en los cimientos de nuestra sociedad, pero
mantiene la tensión de principio a fin. En un puzzle de intereses cruzados, una Buenos
Aires sexy y sombría será escenario para el entrañable y refinado Morel, investigador
de seguros, en su cruzada por resolver un misterio y de paso -por qué no, si todos lo
hacen- obtener su propia tajada.
Natalia Moret
Así escribe:
Volvió a la casa para terminar de limpiar, y así dejar todo listo
para la mudanza del día siguiente. Esa noche dormiría en lo de
Felipe, su mejor amigo. Cuando ya estaba por salir, fue a tomar la
mochila que había dejado en el piso y notó algo raro en la parte baja
de la pared donde habían estado las cajas de Di Nucci. Parecía una
mancha, un raspón, una pelusa. Se puso en cuclillas para observarlo
de cerca y descubrió que se trataba de una palabra escrita en tamaño
minúsculo. Eran tres letras a lápiz con un trazo torpe y tembloroso.
Parecía el escrito de un chico que apenas sabía garabatear su
nombre: “Teo”.
ELIO PUNTIERI, (1972)
Nació en Caballito y creció en la Patagonia.
Trabaja como creativo publicitario audiovisual.
Publicó relatos en la antología Hilo, Papel y Tijera
(Orsai) y en la revista Calibre 38 (España). Amante
del policial, obtuvo el premio Bruma Negra 2020
(Plentzia, España) por su cuento Un cheaue de ocho
ceros, donde apareció por primera vez el personaje
de Camilo Morel, protagonista de su primera
novela, Dónde caerse muerto. Actualmente, se
encuentra trabajando en la segund |
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 $ 25000 / Novela
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Los libros de otros
De la acumulación, el desorden y la lectura, y con un lenguaje potente que a menudo nos deja sin aire, Polit Dueñas construye una historia que vibra en la cuerda de lo humano más profundo. Su personaje nos convoca con su renguera, su pasión por la lectura, la soledad y una peripecia inesperada en su vida: Beatriz en la mediana edad, sus pasiones, soledad y encuentros aventurados.
De esta novela, Gabriela Cabezón Cámara ha dicho: Una voz íntima y política, entre dos países y dos mundos, deliciosa y cuir. Hermosa novela.
Así escribe: Estrujé el papel en mi pecho y me quedé mirando a los nuevos vecinos de la casa de enfrente. Son estudiantes. Sacaron la hamaca de los dos árboles añosos y en su lugar ataron una cuerda. Subieron uno por uno y trataron de cruzarla. Eran dos chicas y tres muchachos. Los espié como hacía de chica cuando íbamos a la casa de la abuela y la empleada nos llevaba al parque, yo me quedaba mirando a los niños subir en la resbaladera y lanzarse, correr para ver quién llegaba primero al subibaja. Mi renguera no me dejaba hacerlo, pero aprendí a disfrutar desde los ojos. Me divertí viéndolos reírse, saltar, abrazarse. Hasta sentí envidia de todo ese toqueteo. Con la excusa de rescatarse de una mala caída, se acariciaban la espalda, se rozaban los brazos, con esa sensualidad espontánea y medida a la vez. Parecían animalitos antes de la copulación.
Gabriela Polit Dueñas, (Quito), es profesora de la Universidad de Texas, Austin, donde coordina la Iniciativa de Escritura Creativa en Español. Publicó los relatos cortos Historias de la radio (El Conejo, 1997) y Amsterdam Avenue (Literal Publishing, 2017). Sus crónicas, cuentos y artículos de opinión se han publicado en Revista Anfibia, Universo Centro, Revista Proceso, Revista Ñ, Elipsis, Página/12. Tiene un libro de poemas Agujas/Needles, traducido por Sean Manning (Literal Publishing, 2021). Contar historias.
Escritura creativa en el aula (Tower Books - UT Press, 2023) es una selección de historias escritas por sus estudiantes de escritura creativa. Los libros de otros es su primera novela.
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 $ 25000 / Relatos
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Madreselvas
Las voces que arrullan, narran, cantan en español son muy variadas, pero pocas alcanzan el brillo, la agudeza y la nostalgia de la prosa de Rubis Camacho, multipremiada escritora (narradora y poeta) de Puerto Rico. Nos enorgullece publicar su libro Madreselvas, del que Germán López Díez ha dicho:
"El cuento adquiere rango de género óptimo en la escritura de Rubis Camacho. Así lo advertimos en el 2010, cuando publicó sus
Cuentos Traidores y El fraile confabulado.
En esta ocasión -con la misma intensidad descriptiva- desangra en una veintena de relatos el mítico concepto de "madre", y pone ante nuestros ojos la crueldad que puede suponer la misteriosa y cuasisagrada relación con la que nos concibe.
Madreselvas es la mirada valiente que enfrenta a la Medea de todos los tiempos, en un lenguaje de gran belleza, imaginación y dominio de los elementos fundamentales de la mejor cuentística hispanoamericana."
Así escribe: " Monté el caballito, colocado en dirección a la playa. El viento salado le despeinó la cola, que ahora se esparcía como una abundante bandera de rojos y anaranjados. Tragué arena y mi caballo comió caracolillos blancos. A lo lejos, se dispersó el rizo de la bruma, y el azul del cielo fue una pizarra intervenida por manchones de nubes que se desplazaban lentamente. Unas garzas retorcieron sus graznidos en el recodo de una ola. Las patas de mi caballo crecieron a cada paso, y bajo mis nalgas se alzaron unos músculos impetuosos. De pronto, yo era un hombre en coturnos, espada en cinto, y escudo que colgaba de un costado de mi bestia. A grandes zancadas salvábamos la orilla de la playa en dirección a un farallón. Procuré que las patas de mi animal no se lastimaran con ningún madero húmedo de los perdidos en las arenas. Mi cabello era tan largo como el del caballero de la serie de televisión que veía mi tío. Las mechas aleteaban sobre mis orejas en un acompasado baile con el trote. Una princesa enamorada, de vaporosos vestidos, esperaba en la prisión de una torre. Mis muslos eran fuertes y ya no tenían marcas, mi estómago enfrentaba con poder el embate de la armadura, mis enormes manos controlaban las bridas y mi rostro, descubierto por las yemas de mis dedos, era un pedazo de carne de admirables proporciones.Monté el caballito, colocado en dirección a la playa. El viento salado le despeinó la cola, que ahora se esparcía como una abundante bandera de rojos y anaranjados. Tragué arena y mi caballo comió caracolillos blancos. A lo lejos, se dispersó el rizo de la bruma, y el azul del cielo fue una pizarra intervenida por manchones de nubes que se desplazaban lentamente. Unas garzas retorcieron sus graznidos en el recodo de una ola. Las patas de mi caballo crecieron a cada paso, y bajo mis nalgas se alzaron unos músculos impetuosos. De pronto, yo era un hombre en coturnos, espada en cinto, y escudo que colgaba de un costado de mi bestia. A grandes zancadas salvábamos la orilla de la playa en dirección a un farallón. Procuré que las patas de mi animal no se lastimaran con ningún madero húmedo de los perdidos en las arenas. Mi cabello era tan largo como el del caballero de la serie de televisión que veía mi tío. Las mechas aleteaban sobre mis orejas en un acompasado baile con el trote. Una princesa enamorada, de vaporosos vestidos, esperaba en la prisión de una torre. Mis muslos eran fuertes y ya no tenían marcas, mi estómago enfrentaba con poder el embate de la armadura, mis enormes manos controlaban las bridas y mi rostro, descubierto por las yemas de mis dedos, era un pedazo de carne de admirables proporciones... " / RUBIS CAMACHO (1959) Puerto Rico. Escritora, abo-gada, profesora universitaria. Ha publicado: Cuentos Traidores (Relatos, 2010), El fraile confabulado (Relatos, 2011), Sara: la historia cierta (Novela, 2012), Safo: ritual de la tristeza (Novela, 2015), Tu rostro en la memoria (Novela, 2019), Cu-riculum Vitae (Poesía, 2021), Agapimú (Proyecto de poesía erótica, 2021), Cuando mira la medusa (Poesía, 2022), Alejo es mi nombre de amor (Poesía, 2022), Los cien cantos de Safo (Poesía, 2022), Las parábolas del fraile (Relatos, 2024).
Su obra ha sido premiada por la Dirección General de la Mujer en Madrid, el Ateneo Puertorriqueño, el Instituto de Cultura Puertorriqueña, el Post Antillano, la Universidad Politécnica de Puerto Rico, la Revista Atramentun y el PEN de Puerto Rico Internacional, entre otros.
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