Esquinazo
Publicado: Lun Dic 11, 2023 12:09 am
La otra siesta iba manejando por la avenida y me agarró un semáforo en rojo. Habrá sido domingo porque no había nadie en la calle, excepto un limpiavidrios que se me acercaba con el balde y el haragán chorreando. Le hice un gesto negativo pero igual se estiró sobre el parabrisas.
—Me da a la vuelta, maestro.
—No vuelvo por acá.
Apoyó los codos en la ventanilla y me dijo maestro, el universo empieza en un punto fijo: una pelota solitaria y descomunal que por alguna cuestión revienta y se dispersa en un polvo que a veces se junta y de nuevo se deshace. Somos algo que viaja por el espacio hasta que al fin nos topemos con el límite del tiempo. Entonces, como un hondazo, todo regresará por donde vino. El sol saldrá por el horizonte opuesto, la cerveza volverá a las botellas y las montañas al océano, y nuestros huesos saldrán de la tierra y les brotará de nuevo la carne y el pelo y otra vez los ojos, y otra vez voy a estar acá tratando de conseguir unos pesos para que mi hija tenga un cuaderno. Y usted otra vez va a intentar cerrar la ventanilla antes de que yo me acerque. Así que le digo maestro, este momento es lo único que tenemos. Haga que volver aquí valga la pena.
No sé cuánto le di, le entregué el bollo de billetes que tenía en el bolsillo. El semáforo se puso en verde justo cuando él terminó de escurrir el vidrio. Arranqué y giré sin pensarlo, no me acuerdo hacia dónde.
—Me da a la vuelta, maestro.
—No vuelvo por acá.
Apoyó los codos en la ventanilla y me dijo maestro, el universo empieza en un punto fijo: una pelota solitaria y descomunal que por alguna cuestión revienta y se dispersa en un polvo que a veces se junta y de nuevo se deshace. Somos algo que viaja por el espacio hasta que al fin nos topemos con el límite del tiempo. Entonces, como un hondazo, todo regresará por donde vino. El sol saldrá por el horizonte opuesto, la cerveza volverá a las botellas y las montañas al océano, y nuestros huesos saldrán de la tierra y les brotará de nuevo la carne y el pelo y otra vez los ojos, y otra vez voy a estar acá tratando de conseguir unos pesos para que mi hija tenga un cuaderno. Y usted otra vez va a intentar cerrar la ventanilla antes de que yo me acerque. Así que le digo maestro, este momento es lo único que tenemos. Haga que volver aquí valga la pena.
No sé cuánto le di, le entregué el bollo de billetes que tenía en el bolsillo. El semáforo se puso en verde justo cuando él terminó de escurrir el vidrio. Arranqué y giré sin pensarlo, no me acuerdo hacia dónde.