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De la caída de la ciudad de Famagusta y de los
extraños sucesos que allí ocurrieron

Mariano Ducros

Mariano Ducrós es autor del libro Theremin,
publicado en nuestro catálogo


De tanto en tanto, sobre los pesados yelmos que envolvían las sombras de los soldados que caminaban bajo la llovizna, caía la espesa luz de las antorchas, alineadas bajo el muro exterior que protegía el lado sur de la ciudad de Famagusta, último enclave de la Serenísima frente al avance de las fuerzas de Soliman el Magnífico. Era aquí, bajo los muros de la ciudad sitiada, donde se podía encontrar en algunas noches, excepcionalmente y solo por un rato, a musulmanes y cristianos reunidos casi siempre por el interés del dinero, o la sangre. Como ocurre ahora, con estos soldados de infantería turcos, que observan
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Mirta y Luis
Por Omar Asán

No bien salí, la llovizna golpeó mi cara. A los pocos pasos pensé qué comería esa noche y se me impuso la idea y la imagen del viejo chorreando muzzarela, babeándose en la pizzería del suburbio. Mientras pensaba en eso me encaminé al Subte. Igual trayecto, día tras día, atravieso las calles conocidas y al llegar a la Plaza Almagro, por primera vez, recapacito en el altar de la Virgen de Itatí que observa la
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LA CANASTITA
Vanesa Gómez

Todo blanco y listo sobre la cama: la camisa de seda con botones de nácar, la falda plisada, las medias con volados, las guillerminas que huelen a nuevo dentro de la caja y, lo más importante, la canastita hecha de cintas, moños y tules, con las tarjetas adentro. Tarjetas que intercambiaría por dinero. Venían todos los familiares al asado que el abuelo hacía en el patio, así que esperaba juntar lo suficiente como para comprar las muñecas de Sailor Moon que ya hacía un mes brillaban en la vidriera del kiosquito amarillo.

Se llevó los zapatos a la cara y los olió. Le gustaba el olor de las cosas nuevas. Los zapatos se los había regalado la madrina, por suerte, porque la madre había
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